La memoria olvidada de los «maquis».

Dale Fuchs
EL MUNDO 30/05/2002

Guerrilla antifranquista. Sobrevivieron a los combates, a las traiciones y al exilio, y volvieron para contar sus vivencias. Se citaron ayer en Madrid para reivindicar su papel en la Historia.

Cincuenta años después de huir a Francia, el antiguo guerrillero Francisco, Quico, Martínez López, de 76 años, aún está luchando contra el Gobierno español.

La contienda actual no es tan sangrienta como la de aquel día de 1951, cuando Quico y otros tres maquis se encontraron cercados durante 14 horas por más de 300 guardias civiles.

Esta es una lucha más bien símbolica, y también económica.

Quico, uno de los fundadores de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, no se queda satisfecho con haber ganado la última batalla el año pasado, cuando las Cortes reconocieron a él y a sus compañeros de armas como «luchadores por la libertad». Quiere que el Gobierno pague a los maquis y a sus viudas una pensión «He recibido cero del Estado, ni siquiera por los cuatro años que he trabajado en una mina», afirma y que les recompense por sus sufrimientos en el exilio. El antiguo guerrillero también exige que se abra el archivo nacional para que «todo el mundo tenga acceso» a una versión «más objetiva» de lo que pasó en los años posteriores a la Guerra Civil.

«La versión franquista aún existe en los archivos de la Guardia Civil», dice. «Nos atribuyen cosas que son mentiras».

Quico es uno de la media docena de maquis supervivientes de toda España que se citaron ayer y el martes en el Centro Cultural Galileo para reivindicar su papel en la memoria histórica del país. El programa, La historia olvidada, fue patrocinado por Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid, cuya portavoz utilizó la ocasión para denunciar tanto la simbología franquista que aún pervive en la capital, como la falta de una calle que conmemore el sacrificio de la resistencia guerrillera.

«Creíamos que la lucha era justa», dice Miguel Padial Martín, de 79 años, un superviviente maqui que vive en Entrevías. «El pueblo vivía en el terror».

El acto forma parte de una serie de conferencias que se están realizando en todo el país para sensibilizar al público con su causa y desmentir tópicos oficiales.

El historiador Carlos Fernández habló el martes sobre la guerrilla urbana activa en Madrid, Barcelona y Bilbao, a partir del año 1945, que perpetraba actos de sabotaje contra suministros de agua, por ejemplo, o vías de ferrocarril. Ayer se proyectó un documental sobre la vida y muerte de un legendario maqui.

Esperanza Martínez, de 75 años, es una de las antiguas guerrilleras que acudió a la cita en Madrid.

A los 19 años, empezó a colaborar con los maquis como un «punto de apoyo». Les compraba alimentos y les daba información. Pero en 1949, ella y toda su familia su padre, que era viudo, sus dos hermanas y un cuñado se marcharon «al monte».

«Pasé a los guerrilleros por la frontera», recuerda. «Una vez por Cataluña, la segunda vez por Pamplona, la tercera por Rentería y la última vez me detuvieron. Pienso que me denunció el mismo guía que me traía».

Fue condenada a 15 años de cárcel por «ayuda a los bandoleros» y «actividades de comunismo». Esperanza, como Quico, tampoco percibe pensión.

Pero Quico tuvo más suerte a la hora de escapar. A pesar de los cañonazos de las fuerzas franquistas, él y sus tres compañeros se salvaron «por la cara» pasando «a rastras» por donde yacían los cadáveres no recogidos. Treparon sobre los techos, de noche y encontraron refugio en otro pueblo. En 1951, se exilió en Francia, donde el Gobierno le persiguió por otro motivo: la guerra en las colonias indochinas. Por aquel entonces, la Legión Extranjera francesa buscaba soldados para mandar al frente. Los españoles refugiados se convirtieron contra su voluntad en candidatos perfectos.Francisco pasó tres meses en la cárcel antes de que un movimiento de solidaridad del pueblo francés presionara al Gobierno para que soltase a los refugiados.

Otra vez de vuelta en España, Quico vive «del dinero que me mandan mis familiares desde Francia».

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