"Cantabria, 1957. Paco Bedoya, el último maquis, cae bajo las balas de la Guardia Civil.

COEA

Han pasado diecinueve años desde que Franco ganó la guerra, diecinueve años en los que un puñado de hombres, con el apoyo de las gentes de unos valles perdidos, mantuvieron su lucha por la libertad.

Esta es la historia de esos hombres y mujeres que sufrieron torturas, cárcel y represión. Aún hoy, el miedo habita en los rincones de las casonas, en las grietas de las paredes, bajo el musgo y el verdín que cubre las piedras de sillería. El miedo, el miedo...

Y la vergüenza. Ellos están dispuestos a recuperar un tiempo doloroso y oscuro, en el que nunca faltó el amor y la pasión, la solidaridad y el recuerdo silencioso. Y también es la historia de amor de Paco Bedoya, el último maquis, y de Mercedes San Honorio, dos jóvenes que se enamoraron antes de cumplir veinte años y tuvieron un hijo en común, que se vieron obligados a vivir su amor en la distancia y a soñar que algún día podrían reencontrarse. Ana Cañil, apoyada en una magnífica documentación y con testimonios reales, ha escrito un relato desbordante de emoción, pasión y épica, en el que los protagonistas hablan en primera persona y hacen que su historia se convierta en la de todos". Espasa.com

El maquis fue un movimiento guerrillero antifranquista de resistencia que comenzó durante la Guerra Civil y se prolongó hasta los años 50.

La palabra proviene del vocablo francés maquis, que equivale a paisaje de arbustos o matorrales. En Francia se usó para denominar a grupos de guerrilleros de la resistencia francesa que se organizaron frente a las fuerzas de ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Se ocultaban en zonas montañosas o bosques. La expresión francesa pendre le maquis es equivalente a la castellana echarse al monte.

La dura represión que se inició en los momentos finales de la guerra y que se generalizó con la victoria en 1939 de las tropas franquistas se convirtió en una verdadera persecución y acoso de los vencidos durante la primera posguerra. Ante esta situación una minoría optó por huir al monte y permanecer ocultos aprovechando el conocimiento del terreno y la colaboración de sus habitantes.

El fenómeno de los huidos fue bastante intenso entre los años 1939 y 1942 especialmente en la zona centro y sur de España, mientras que en la zona de Levante no se produce este hecho de forma significativa hasta la "invasión del Valle de Aran" en 1944.

Considerando la existencia previa de estas partidas de gentes que se refugian en el monte, podemos afirmar que la guerrilla antifranquista fue la reorganización armada de una realidad anterior, la de los huidos al término de la guerra.

Una vez organizados estos grupos de huidos por parte de los guerrilleros llegados de Francia, en donde habían estado en los maquis o luchando con la Resistencia francesa, se siguió produciendo la huida al monte de personas que no podían vivir en la España de la posguerra. Muchos de ellos eran libertos provisionales, víctimas del acoso directo de la Guardia Civil, que preferían huir a correr el riesgo de ser detenidos por cualquier causa y volver a las cárceles. También los familiares o allegados de estos guerrilleros acababan, a veces, marchándose al monte, ya que la Guardia Civil los consideraba posibles enlaces con la guerrilla y podían, en cualquier momento, ser detenidos y torturados.

Por otra parte, las fuentes franquistas han manipulado siempre los motivos de huida a la sierra, basándose en supuestos crímenes y presentando a los huidos como fugitivos de la justicia. Tal explicación carece de rigor histórico. Sólo una minoría (ni siquiera un 10%) huyó por responsabilidades penales. La mayoría huyó por responsabilidades políticas y por el acoso de la represión. El hambre y la exclusión laboral fueron otros motivos de huida.

Más se conoce y se ha hablado y escrito del papel de estos hombres, muchas veces héroes, a veces simplemente delincuentes huidos, que de sus mujeres, hermanas y madres, esas innominadas resistentes que tuvieron que sacar adelante sus vidas y las de sus hijos solas, con la presión constante del régimen que no cesaba de vigilar sus movimientos para averiguar el paradero de sus hombres. Sí que, gracias al cine español de los últimos años, en los que tanto se ha abundado en el tema de la guerra civil y la postguerra, se han retratado, aunque sea en la ficción, esas vidas heroicas a la fuerza. Películas como Silencio Roto: que se centra en el absurdo de la guerra. Por una vez, los héroes de guerra no son los hombres que van a luchar, sino las mujeres que se quedan.

Como El laberinto del fauno, donde el protagonista es un militar encargado de acabar con los últimos vestigios de la resistencia, y en la que Maribel Verdú ofrece un magnífico ejemplo en su papel del valor de estas mujeres que cargan con la doble misión de ayudar a sus hombres y sacar adelante a sus familias.

En Los girasoles ciegos (también es Maribel Verdú la protagonista), se representa claramente la presión y el acoso que las fuerzas del orden franquista podían llegar a ejercer contra las que se quedaban. Lo difícil que resultaba mantener una vida y una familia cuando se estaba estigmatizada. Cuando se era "rojo".

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