Un repaso a las principales versiones y teorías que circularon sobre la muerte de Juan Fernández Ayala.
La incógnita fundamental durante todos estos años ha girado en torno a si Juan Fernández Ayala falleció fruto de una posible delación o tan solo se debió a un encuentro casual con la Guardia Civil.
La muerte de un mito siempre conlleva la aparición de todo tipo de rumores y conjeturas. Se ha especulado mucho al respecto. En su inmensa mayoría, el pueblo en general se manifestó claramente a favor de la teoría de una posible traición.
Las propias hermanas de Juanín, en una replica a una nota publicada en la Hoja del Lunes en abril de 1977, al cumplirse los 20 años de su muerte afirmaron: "A Juan no le mató la Guardia Civil. A nuestro hermano le mató de un tiro en la nuca alguien que le traicionó. Pero esta versión nos la reservamos hasta que creamos oportuno el momento de revelarla".
La muerte de un mito siempre conlleva la aparición de todo tipo de rumores y conjeturas. Se ha especulado mucho al respecto. En su inmensa mayoría, el pueblo en general se manifestó claramente a favor de la teoría de una posible traición.
Las propias hermanas de Juanín, en una replica a una nota publicada en la Hoja del Lunes en abril de 1977, al cumplirse los 20 años de su muerte afirmaron: "A Juan no le mató la Guardia Civil. A nuestro hermano le mató de un tiro en la nuca alguien que le traicionó. Pero esta versión nos la reservamos hasta que creamos oportuno el momento de revelarla".
¿Le entregó Bedoya?
Fue una de las primeras hipótesis que se barajaron en la zona, y en la propia familia Fernández Ayala. Bedoya habría traicionado a su compañero disparándole con su pistola a cambio de obtener vía libre para viajar a Francia. Dos hechos fortalecieron aun más la idea de la traición de Bedoya:
1.- Por un lado los dos impactos a quemarropa que presentaba el rostro de Juanín:
Pero los disparos efectuados a quemarropa fueron realizados por un miembro de la Brigadilla de Naroba, cuando Fernández Ayala ya estaba muerto; como ha corroborado un testigo presencial de tan deplorable y vil acción.
2.- La oscura figura de San Miguel, cuñado de Bedoya. Confidente policial que intentó ganarse la confianza de la familia de Francisco Bedoya , llegando incluso a casarse con su hermana. Su objetivo: acabar con Juanín y Bedoya.
La cacería de Bedoya, en la que también falleció San Miguel, puso de manifiesto las relaciones de este último con la Policía. Lo que alimentó la idea de la conspiración de Bedoya y su cuñado para acabar con Juanín.
Teoría que caló hondo en algunos, a pesar de ser conocedores del profundo respeto y admiración que Bedoya sentía por su compañero; incluso desde antes de su incorporación al monte. Cuando Bedoya tuvo oportunidad de intentar pasar a Francia, pero prefirió unirse a Juanín.
A su muerte, Bedoya se sintió solo y vulnerable. No le debió ser muy difícil a San Miguel embaucar a su cuñado con la promesa del viaje a Francia.
¿Alguien señaló el paso?
Teóricamente Juanín y su compañero ocupaban una posición ventajosa, tanto para observar el movimiento en los alrededores como para repeler Bedoya los disparos de los guardias. En una fotografía publicada por el Diario Montañes indicando el lugar del encuentro, se puede apreciar la ubicación de los maderos de castaño, tras los que supuestamente se parapetó Bedoya.
Resultaba del todo creíble una emboscada junto al molino consecuencia de un "chivatazo".
El Diario Montañés
A nivel popular se barajaron algunos nombres, en especial de gente que "medró" con el paso del tiempo, a los que en voz baja atribuyeron el "soplo" a la Guardia Civil, del momento y lugar por donde pasaría el guerrillero. La especial orografía del terreno, con el desnivel situado frente al molino, resultaba un lugar idóneo para esperar sin ser vistos y bien protegidos, a los emboscados.
En cualquier caso, en contra de esta teoría, esa extremada prudencia de Juanín en el momento de cruzar una carretera o un puente, que previamente observaba durante horas, o días si era preciso, no le impidió mantener más de una decena de encuentros fortuitos con la Guardia Civil, resultando herido al menos en dos de ellos.
¿Encuentro fortuito con Rollán y Agüeros?
¿Todo se debió a un encuentro casual o un servicio mal realizado? Hipótesis que en el pasado gozó de poca aceptación, precisamente por esa mitificación de la figura de Juanín a la que hemos aludido.
El propio Rollán contó a un matrimonio amigo, de Vega de Liébana, como al descubrir en la oscuridad la silueta de un hombre detenido en la carretera, en actitud de disponerse a cruzarla, frotó sus pies contra la grija del suelo para ver su reacción. La sombra se volvió y al ver al guardia, según Rollán, comenzó a correr carretera abajo; a la vez que, supuestamente, abriendo fuego con su arma.
Continuando con la versión del Cabo, a continuación Rollán respondió con su subfusil causando la muerte de Juanín.
Rollán con un redactor del periódico Alerta y Rollán-Agüeros
Según esta versión, dos balas disparadas por Juanín se alojaron en la capa de Agüeros y tres disparadas por Bedoya en la capa de Rollán. Todo entraba dentro de lo posible, aunque sonara a película: Juanín, practicamente de noche, corriendo en zigzag mientras le disparan una ráfaga de ametralladora, es capaz de hacer dos blancos a su espalda en el capote de Agüeros, que para colmo venía a unos 14 metros de Rollán (según la versión oficial).
Tampoco se sostenía demasiado la versión que mantenía que Francisco Bedoya había hecho frente a los guardias desde los maderos. Posiblemente de haber mantenido Bedoya esa posición la suerte de Juanín habría sido bien diferente; también la de los dos guardias, cuyas posibilidades de sobrevivir habrían sido más bien escasas.
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