Entrevista a Secundino Serrano.

Eduardo García.
LA NUEVA ESPAÑA 11/02/2002

«El maquis es una sucesión de traiciones, la mayor de ellas la de la Historia misma»
«La guerrilla asturiana es fascinante, no había un solo grupo armado en España que no contara con un hombre apodado “el Asturiano”».

¿Su primer recuerdo de los guerrilleros?

­Son relatos que escuché en mi infancia y que me han acompañado siempre. Relatos que hablaban de héroes clandestinos, leyendas contadas a media voz. Muchos años después, cuando comencé a estudiar Historia, comprobé que había muy poco escrito sobre el asunto. Fue un reto personal.

Secundino Serrano es leonés, profesor de Instituto de Geografía e Historia y acaba de ver cómo su libro «Maquis» llegaba a su octava edición, 25.000 ejemplares vendidos de un largo episodio en el que la guerrilla asturiana cobra un protagonismo esencial.

­Estudiar al maquis en los setenta. ¿Un plus de dificultad a ese reto?

­Empecé hacia 1977, en la transición, y aún estaba prohibido el acceso a muchos archivos. Fue toda una peripecia. La política de archivos en este país es tercermundista, en aquellos años había que depender de amistades para conseguir cosas. Yo tuve la suerte de acceder a una especie de ficheros del maquis en León que tenía un guardia civil jubilado. Fue como el punto de partida.

­¿Estamos ante una historia de perdedores?

­Sin duda. Perdieron la guerra civil, muchos lucharon en la resistencia francesa y acabaron en el olvido. Cuando llegó la democracia en España se convirtieron en algo así como personajes molestos, incluso para los partidos de izquierda.

­¿Mala conciencia?

­Hay cosas cuando menos sorprendentes, como la decisión del PC de mantener una lucha política a partir de 1948, pocos meses después de ser aprobada la ley de Bandidaje y Terrorismo. Aquello fue un suicidio, algo criminal. Hay una enorme responsabilidad por parte de Santiago Carrillo en obligar a sus guerrilleros a proseguir una lucha sin esperanzas. Cuando lees la historia que escriben gentes del Partido Comunista te das cuenta de que hablan del maquis casi de pasada, cuando se trata del principal eje de lucha durante los primeros años del franquismo.

­¿Y el PSOE?

­En Asturias socialistas y comunistas convivieron durante los años de la posguerra, a veces enfrentándose estratégicamente. En Asturias, en contra de lo que sucedió en otros lugares de España, la base obrera hasta 1948 es socialista. Era evidente que en la lucha contra el maquis las fuerzas gubernamentales atacaban con mayor dureza a los comunistas, e incluso se dijo que la salida masiva de guerrilleros socialistas por el puerto de Luanco había sido permitida por el régimen, que había mirado para otro lado.

­¿Una decisión inteligente o un acto de cobardía?

­Es que a partir de 1947 las posibilidades se redujeron drásticamente, y por dos motivos. El primero, porque la ley de Bandidaje daba manga ancha a las brigadillas de la Guardia Civil, permitía la ley de fugas, incluso contra meros enlaces de la guerrilla y hasta con familiares de maquis. Y no pasaba nada. En segundo lugar porque es en esas fechas cuando se pierde la esperanza de una intervención extranjera en España.

­¿Esperanzas fundadas?

­Sí, mientras duró la guerra mundial. Era mucha gente la que pensaba que los aliados no iban a permitir un régimen como el de Franco, pero cuando finaliza la contienda y no se produce esa intervención el general sabe que tiene las manos libres. Entre 1947 y 1948 se produce el gran exterminio de guerrilleros. Las potencias occidentales aceptaron a Francisco Franco porque lo consideraban un aliado seguro y barato.

­¿Fue la principal traición?

­El maquis es una sucesión de traiciones. La mayor, la de la Historia. Otras, tan estratégicas como humanas. La mayor parte de los grupos cayó traicionado. Al final los que hablaban elegían entre su vida y la ajena.

­Hay quien afirma que una intervención a tiempo de alguna organización internacional, la Cruz Roja por ejemplo, hubiera evitado que la gente se echara al monte.

­Mucho más sencillo que eso. Los ganadores de la guerra civil no tuvieron ni un solo gesto positivo, lo suyo fue política de exterminio. Estamos hablando de 90.000 ejecutados en la guerra, 450.000 exiliados y 750.000 presos políticos. Una vez escuché a un viejo guerrillero: «Mi madre me decía que era mejor morir defendiéndose que con las manos amarradas».

­¿Hay que hablar de un maquis nacional o de muchos maquis?

­Tras la guerra hubo un intento de organizar una guerrilla nacional, pero no fructificó, faltaba coordinación y los grupos se convirtieron en reinos de Taifas.

­¿La causa del fracaso?

­Yo creo que fue así porque no quedaba otro remedio, no eran años de Internet para organizarse desde la distancia. Hubo tendencia a cierto feudalismo guerrillero.

­¿La guerrilla en Asturias?

­Tiene una historia fascinante. En Asturias llegó a haber nueve mil hombres vagando por los montes. No había guerrilla en España que no tuviera a un miembro apodado «el Asturiano».

­Dígame un nombre propio.

­Marcelino Villanueva, «el Gafas».

­¿Lo conoció?

­Sí. Es uno de los personajes más increíbles de la guerrilla. Tenía cultura, carisma, sabía razonar. Era socialista y tuvo el coraje de encabezar en León la Federación de Guerrillas cuando el PSOE ya quería marcharse. Se exilió en Buenos Aires y triunfó.

­¿Qué queda del maquis?

­Veintitantos supervivientes y una historia ejemplar.

2 comentarios:

  1. Hay que meter estos temas en la educación,pues forman parte de nuestra historia para que no queden en el olvido.tanta sangre derramada injustamente y sufrimientos no pueden quedar en valdeon.Auténticos heroes

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  2. Si alguien conoce historias de guerrilleros en el valle de ponga(asturias)por favor publiquelo pues me fascina

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