El 31 de marzo, inhumación de un guerrillero republicano en Cuenca.

Remitido 20/03/2007

El día 31 de marzo de 2007, se procede a la inhumación de los retos de Eusebio García Martínez, en Salinas del Manzano (Cuenca). Eusebio García Martínez fue capitán del ejército republicano español y formó parte de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón.

Murió en el asalto a la población de Fuertescusa (Cuenca) y fue enterrado en su cementerio sin haberse podido identificar. Los trabajos de exhumación e identificación han sido realizados por el Grupo Paleolab de la Universitat de Valencia. La financiación ha corrido a cargo del Ministerio de la Presidencia. El acto se inicia a las 12 h.

La familia García Martínez ha contado con la ayuda de la secretaria de Desaparecidos de La Gavilla Verde, del historiador Salvador Fernández Cava, de Purificación Bartolomé y Manuel Martinez.
Pedro Peinado Gil, presidente de 'La Gavilla Verde', escribe el siguiente artículo:

Eusebio García Martínez vuelve a Salinas del Manzano.

"El próximo sábado, 31 de marzo, se celebrará la inhumación de los restos de Eusebio García Martinez en Salinas del Manzano, Cuenca. Con este acto, se cierran varías heridas abiertas en el corazón de Rufino García Martínez, hermano menor del anterior y que ha pasado parte de su vida luchando para recuperar el honor de su familia.

Rufino, apenas siendo un niño, sufrió la desaparición de los suyos: sus padres y sus tres hermanos. A Leonardo se lo llevó la guerra, probablemente muriera en la Batalla del Ebro, en las filas del ejército republicano. Eusebio era militar de carrera. Fue hecho preso a la finalización de la contienda y se libró de la pena de muerte, a pesar de su rango de capitán. Volvió a su pueblo y se vio perseguido por los vencedores. Corrió el rumor que Eusebio y su familia, al caer la medianoche, escuchaban la Radio Pirenaica. Eran los tiempos de los guerrilleros de Levante.

Fue el mismo brigada de la guardia civil, el que advirtió a la familia de su difícil posición. Un día recibieron la orden de arrestarlo. Eusebio, como tantos otros jóvenes que no comulgaban con el estado nacido de la guerra, se echó al monte.

Lejos de aligerar la carga familiar, la huída provocó que el cerco se cerrara. Cuando se ingresaba en la guerrilla, el vínculo familiar no se rompía y los que se encargaban de mantener la férrea seguridad del franquismo, confiaban que, tarde o temprano, el huido se iba a sentir atraído por el calor de los suyos.
Ángel, el tercero de los hermanos, empezó a realizar tareas de ayuda. Le hacían llegar a los guerrilleros alimentos e información, para que estos la transmitieran a su hermano. Ángel fue sacado de su lecho, atrás dejaba a su mujer y a su hija sollozando. Escribiría estos versos en un sencillo poema que escribió en el calabozo: Conducido y atado/ ante los guardias venía/como si fuese un traidor/ para la patria querida Fue brutalmente torturado. Se recibió la orden de su traslado y en una parada obligada por algún fallo en le vehículo policial, Ángel, que apenas podía andar, echó a correr y se abrazó a la muerte empujado los disparos de los guardias. Ángel fue enterrado en Cañete. A la familia no se le permitió asistir al entierro.

La represión de aquellos años fue terrible, incluso con aquellos que la administraban, el temor a la venganza de Eusebio, no sirvió para dejar en paz a los García Martínez. Eusebio murió en Fuertescusa, en una de las frecuentes ocupaciones que realizaban los guerrilleros para requisar comida, armas, dar algún escarmiento y lanzar sus proclamas. Fue enterrado en la parte civil del cementerio de ese bello pueblo, pero no pudo identificársele en aquel momento y aparecía en los registros como “desconocido”.
Los padres de Eusebio, Leonardo, Angel y Rufino, murieron de dolor, de la pena de ver desaparecer de forma violenta a tus tres hijos, no llegaron a renunciar de las ideas, demasiado avanzadas para aquella España miseriable, pero seguro que maldijeron la guerra y su resultado.

Rufino debía recuperar el honor de su familia, la mácula era grande, pues para justificar tanta sangre, asistimos a la exaltación del verdugo y a demonizar a la víctima. Es una ley universal, sea quién sea el emisor, sea quién sea el receptor. Han sido años de lucha y la llegada de la democracia, tampoco resolvió, como esperaban tantos, el dolor de los que cayeron defendiendo los ideales republicanos. Con la ayuda de muchos, Rufino encontró a Eusebio, se identificó su cadáver y se le dará sepultura en su pueblo, en un lugar donde Rufino, su esposa y los que hubieran sido sus sobrinos, podrán dejarle unas flores y recordarle con todo merecimiento".

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