José María Laso Prieto*
Publicado en junio de 2001 en Mundo Obrero.
Es lo que se deduce de las tesis que Secundino Serrano sostiene en su interesante obra Maquis, Historia de la guerrilla antifranquista (Ediciones Temas de Hoy, Madrid 2001). Ello no desmerece del conjunto de tal obra que es, sin duda, la más completa que se ha publicado sobre el tema. El tratamiento del tema es muy documentado y objetivo, sin perjuicio de la voluntad del autor de rehabilitar a quienes la propaganda franquista trató con meros bandoleros y asesinos.
El profesor Serrano es consecuente con el lema de Lawrence Stone que mantiene: «Ignorad a los que sostienen que el historiador está obligado, por su profesión, a convertirse en un eunuco moral para el que la libertad es tan indiferente como la tiranía y es incapaz de emitir juicios cualitativos.» Además, la importancia del tema queda de relieve por el hecho de que para el prestigioso historiador Paul Preston, «la guerrilla fue la oposición más seria al régimen de Franco», y él, como muchos otros historiadores, considera que la amenaza que suponía el desarrollo de la guerrilla fue uno de los factores que obligaron a Franco a no participar en la II Guerra Mundial.
El interrogante inicial, lo plantea al sostener, después de criticar las deformaciones y omisiones franquistas sobre la guerrilla, en el siguiente párrafo:
«Menos comprensible resultó el empeño del Partido Comunista imponiendo también la condición de invisible al movimiento guerrillero, sobre todo si tenemos en cuenta que la lucha armada se configuró como la expresión más acabada de su política durante los años 40. Aparte de impulsar algunas narraciones ideológicas, el PCE expulsó al maquis de su pasado. En su historia oficial deviene en un acontecimiento marginal, casi anecdótico...»
El Partido Comunista, que eligió la vía armada para acabar con el franquismo, se desembarazó de la guerrilla no solo como opción estratégica, lo que parecía obligado dada la evolución política, sino también como fragmento de su historia y de la historia de España. En lugar de promover su conocimiento, la resistencia armada quedó desplazada del discurso histórico para hacer creíbles nuevas estrategias, entre ellas la conocida como «política de reconciliación nacional».
En este contexto, la guerrilla, que siempre provoca reacciones excesivas, era una rémora.
«(...) La desmemoria subsiguiente produjo la paradoja de que quienes huyeron al monte para salvar la vida se convirtieron en compañeros de viaje indeseables para los dirigentes del PCE, mientras que, por el contrario, quienes habían participado en los rituales y prácticas de la dictadura se transformaron en referencia privilegiada para el modelo democrático que se avecinaba (...). Los guerrilleros fueron víctimas de la represión franquista y, en cierto modo, de la estrategia del PCE. También de las inhibiciones de los partidos republicanos y del abandono de las potencias democráticas.»
Lamento tales inexactitudes. Desde 1943 participé en la lucha clandestina y, a partir de 1947, de la militancia activa en el PCE, y nunca percibí tal viraje del PCE en la valoración de la guerrilla. Si es cierto que, a partir de 1948, se renunció a la vía armada ya que, con el comienzo de la «guerra fría» desapareció su posibilidad de éxito. Empero en las publicaciones, actos públicos, &c., del PCE se siguió enalteciendo a la guerrilla.
Incluso en la Historia oficial del PCE (Historia del Partido Comunista de España, Editions Sociales, París 1960) se dice:
«En el transcurso de la guerra contra el hitlerismo, el movimiento guerrillero desempeñó un papel muy importante como impulsor de la resistencia popular a la dictadura franquista. El movimiento guerrillero se había formado espontáneamente en diversas regiones de España, al ser éstas ocupadas por las tropas fascistas; lo integraron grupos de demócratas obligados a huir para salvarse de la muerte, y que no pudieron pasar a la zona republicana. Al producirse la derrota de la República, el movimiento guerrillero se vio nutrido con nuevos grupos de fugitivos.
El Partido apoyó con todas sus fuerzas al movimiento guerrillero, que mantenía encendido, en el suelo de España, el fuego sagrado de la libertad y conservaba viva la esperanza de las masas en un futuro democrático. El trabajo de los comunistas daba un contenido político a la lucha de los guerrilleros y contribuía a impedir que el aislamiento, la constante persecución, la vida azarosa de éstos en bosques y montañas, acorralados y perseguidos constantemente, introdujese entre ellos la desmoralización.
Como jefes, organizadores y combatientes del movimiento guerrillero, cientos de comunistas lucharon y cayeron cubiertos de imperecedera gloria. En esa desigual lucha, ofrendaron su vida los camaradas Ramón Vía, Manuel Ponte, Cristino García, Peregrín Pérez Galarza, José Isasa, José Antonio Yerandi, José Vitini, Manuel Castro Rodríguez, Antonio Medina, Felipe Ortuño, Segundo Vilaboy, José Mallo, Joaquín Almazán, Valentín Fernández, Ángel Carrero, Pedro Valverde, Numen Mestres y otros muchos, cuyo ejemplo heroico vivirá siempre en el corazón del pueblo.» (La política de unión nacional, Historia del Partido Comunista de España, págs. 219-220.)
Esta versión oficial comunista del movimiento guerrillero se publicó cuatro años después de que el PCE formulase su política de Reconciliación Nacional.
Además, el histórico comunista José Gros publicó, en 1977, con prólogo de Dolores Ibarruri, el libro Relatos de un guerrillero comunista español, en el que ambos homenajean a los guerrilleros.
Por su parte el histórico comunista Santiago Álvarez publicó en 1991, en la revista Cuadernos de la Guardia Civil, su trabajo «Aspectos de la lucha guerrillera de 1936 a 1951-52». En este artículo publicado en la revista Cuerpo que más luchó contra la guerrilla, Santiago Álvarez reivindica a la guerrilla antifranquista. Basta citar para ello el siguiente párrafo:
«Salvo en la llamada guerra de sucesión y en un corto periodo del siglo XIX en que ciertos grupos al irse al monte defendían un dudoso objetivo político, la guerrilla en España se halla históricamente ligada a la lucha por la independencia o a la acción por las libertades. Estos dos objetivos, que se fundían en uno sólo, tremolaban en las banderas de las guerrillas de 1936 a 1951-52, aunque hasta ahora, por circunstancias políticas, se haya difundido el mensaje contrario. Los guerrilleros, a los que nos referimos, como colectivo, no eran bandoleros ni forajidos, sino portaestandartes de las libertades políticas, sindicales y nacionales.» (revista cit., número 6, Madrid 1991, página 136.)
Por mi parte, en los últimos años, he publicado en La Nueva España los artículos «Asturianos en la liberación de Francia» en el que se homenajeaba a los guerrilleros José Vitini y Cristino García, entre otros, «Un héroe asturiano», dedicado íntegramente al homenaje del guerrillero Cristino García (también publicado en la revista Mundo Obrero, con el título de «Un héroe comunista»). Asimismo, a través de la Fundación Isidoro Acevedo contribuí a organizar recientemente un homenaje a Cristino García, en su villa natal de Luanco, y otro en el Club de Prensa Asturiana de Oviedo. A través de Cristino se rendía también homenaje a todos los guerrilleros españoles. ¿Dónde está la supuesta traición, u olvido, del PCE a la guerrilla antifranquista? Por falta de espacio no puedo dar sus fechas.
*José María Laso Prieto
Bilbao, España 1926. Luchador comunista desde 1946 y responsable de agitprop del País Vasco, permaneció durante ocho años en las cárceles del franquismo. Asentado en Oviedo desde 1968, ciudad que le declaró hijo adoptivo en 2004, es miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España, presidente de la Fundación Isidoro Acevedo, y patrono fundador de la Fundación Gustavo Bueno
La teoría del comunismo asociado a la no propiedad privada es una falacia. No existe en ningún régimen comunista cuyos sujetos estén conformes con ese concepto, en el sentido de ser desposeídos de toda la más mínima propiedad privada: ejemplo, si a un comunista le sustraes la camisa protestará porque dirá que es suya...
ResponderEliminarLa propiedad privada se reduce a bienes personales.
EliminarHijo de puta, que sabras tú, puto excremento.
Hijo de la gran puta.
No llegaras a casa y encontraras al gatu jugando con el corazón de tu puta madre.
Calla la boca zamarro, como abrirás esa bocaza llena de mierda.
EliminarNadie duda de que los comunistas españoles tuvieron en su imaginario personal y colectivo siempre presentes a los del monte, con aprecio, respeto, admiración... Pero sí se puede dudar de la dirección del PCE, que antes y tras la llamada Transición buscó conseguir como fuera una supuesta honorabilidad democrática que les avalara ante el Estado, los medios de comunicación, el ciudadano medio, olvidándose con demasiada rapidez de la verdadera honorabilidad proletaria.
ResponderEliminarHonor y Gloria para los guerrilleros españoles antifascistas. Que nunca les olvidemos.