Los emboscados de Matienzo

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Cuadernos del Valle del Asón 
Los emboscados de Matienzo
Nº 9 Junio 2006 - Página 13-20
Domingo 6 de agosto de 2006, por Pedro Merino Múgica

 Autor: © AER

En invierno de 2001 me encontraba con otros compañeros del club de espeleología AER buscando una cavidad en Matienzo, término municipal de Riba, Cantabria. Llovía mucho, y las referencias que teníamos de la cueva (explorada años atrás por ingleses) dejaban bastante que desear. Al de un buen rato de vagar por la áspera garma, vi una oquedad en una pequeña dolina. Entramos en ella pensando que por fin habíamos dado con la esquiva cueva. Pero cual sería nuestra sorpresa al encontrarnos con una salita de tamaño medio llena de lo que parecía basura a primera vista. No coincidía con lo que buscábamos, así que nos dispusimos a salir. Otro compañero y yo nos quedamos hurgando un poco por allí. Nos parecía raro que en medio de la nada apareciera un basurero dentro de una cueva. Esto es bastante habitual en la comarca, pero siempre asociado a núcleos de población, o a explotaciones agrarias. Pero allí no había nada, la casa más cercana se encontraba a unos 20 minutos de camino. Por otra parte, tampoco era factible que el agua hubiese arrastrado todos esos materiales, ya que nos encontrábamos en un valle fósil colgado muchos metros por encima de los cursos actualmente activos. Una sucinta mirada a los restos incrementó nuestra curiosidad: hoyas, zapatos, restos de cuero y vestimenta, alguna herramienta...daban la sensación de que la cueva había sido habitada, más que usada como basurero...

Por fin encontramos nuestra cueva, y las diez horas pasadas dentro borraron temporalmente el pequeño misterio. Ya en los coches, nos encontramos con una vecina que vivía allí cerca, y le preguntamos por la cueva que habíamos visto. Un tanto incómoda, nos dijo que había sido refugio de "los emboscados", tal y como se conoce en Cantabria a los grupos de guerrilleros que tras la Guerra Civil se vieron abocados a echarse al monte.
Según nos contó la vecina, la guardia civil se apostó en la boca de la cueva y mató "a seis hombres". No nos dio muchos detalles, y nosotros no insistimos, conocedores de que en esta comarca, como en muchas otras de España, las heridas y recuerdos de la última contienda civil han dejado cicatrices aún no cerradas entre la gente de más edad.
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Cercanías de Calleja Rebollo
Autor: © AER

Las indagaciones

Aunque nos propusimos volver a echar un vistazo y tratar de informarnos un poco más sobre lo ocurrido, lo fuimos dejando, hasta pasar a ocupar un lugar en la siempre creciente lista de cosas pendientes; y ni siquiera en un lugar muy destacado. Pero tiempo después decidimos buscar algo de información sobre aquellos hechos.

En primer lugar, utilizamos "los avances de la técnica". Desde luego, no esperábamos que un oscuro hecho de armas (si es que fue así, ya que sólo teníamos una vaga declaración de una vecina que apenas habría nacido cuando acaecieron los hechos) ocurrido durante la dura posguerra española, tuviera su propia web, pero sí era muy posible encontrar en la Red bibliografía al respecto, amén de artículos que sirvieran para enmarcar este hecho y las circunstancias que lo rodearon.
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Restos en Calleja Rebollo
Autor: © AER
Aunque la información accesible en Internet acerca de actividades guerrilleras en la España de la posguerra es abundante, no se encuentra demasiada información acerca de los grupos de resistentes activos en la zona cantábrica. Inicialmente, fue de más ayuda la bibliografía que encontramos, destacando dos obras del mismo autor, Isidro Cicero, acerca de "los emboscados". Se trataba de "Los que se echaron al monte" y "El Cariñoso, los emboscados del Miera". El primero de ellos, centrado en las actividades guerrilleras de la comarca de Liébana y Picos de Europa, no aportó ningún dato de interés directo, aunque el abundante uso de fuentes orales (de vecinos, guerrilleros, guardias civiles...) nos sirvió para enmarcar la época y el ambiente que se respiraba en Cantabria por aquél entonces. De mayor interés fue la segunda obra citada, centrada en la figura de "El Cariñoso", célebre emboscado de la zona del Miera, cuyo recuerdo no se ha borrado de la memoria de la gente de cierta edad, tanto por sus acciones como por el magnetismo personal que parece tenía. En esta obra encontramos una referencia un tanto vaga que podría responder al caso que nos ocupa.
Poco después accedimos a un foro sobre guerrilla en Liébana, y uno de los participantes nos facilitó cierta información coincidente con los escasos datos que teníamos. Sin embargo, apuntó algunos aspectos nuevos, como la existencia de dos versiones sobre lo ocurrido, que asimismo encontramos en otra página sobre historia oral de Cantabria.
Poco más se podía encontrar en la red o en la sucinta bibliografía sobre el tema, así que no quedaba más remedio que "volver a las fuentes" (a la cueva en este caso). Así, nos dirigimos de nuevo a la cavidad con idea de sacar algunas fotos.
La falta de archivos locales (o su carácter meramente testimonial) en los ayuntamientos de la comarca no dejaron más opción para documentarnos que dirigirnos a alguna hemeroteca y probar suerte. En la hemeroteca de la Menéndez Pelayo de Santander pudimos consultar ejemplares del Alerta y El Diario Montañés, los dos periódicos comarcales, el primero de ellos vinculado a Falange en los tiempos que nos ocupan. Nos centramos en los inicios de la década de los 40, en los que se encuadran los hechos, comprobando algún error de fechas en la bibliografía utilizada.
Finalmente, conseguimos acceder a unas memorias manuscritas de un vecino del valle de Soba, en la que se menciona con cierta profusión el tema de los emboscados, aunque desde una óptica bastante partidista, casi más que las noticias de la prensa, y eso que eran entresacadas de partes oficiales y adictos al régimen.
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Bunker en La Picota
Autor: © AER

Marco histórico

Tras la caída del Frente del Norte en 1937 la guerra civil puede darse por concluida en Cantabria (Provincia de Santander por aquél entonces, perteneciente a Castilla La Vieja). La represión fue bastante dura, afectando a un elevado número de personas. Provincia "sociológicamente" de derechas, cuando las tornas cambiaron las venganzas fueron en muchos casos desmedidas. Al igual que en otros puntos de España, en el ámbito rural se mezcló la política con las rencillas seculares entre vecinos. Esto es especialmente cierto para las regiones del Miera, situada al oeste del Asón. Fueron muchos los simpatizantes del bando republicano ejecutados, torturados o encarcelados, pero también sufrieron idénticas consecuencias muchos vecinos cuyo único "delito" fue poseer tierras que alguno de los vencedores ambicionaba (durante la contienda ocurrió lo mismo pero invirtiendo los protagonistas). Un número relativamente considerable de personas optó por "echarse al monte", como única alternativa ante una vida que se les volvía sofocante. Las pasiones ideológicas han convertido a estos hombres en meros bandoleros antisociales para unos, y en vanguardia de la revolución para otros. Sin embargo, y aunque de todo hubo, en un significativo número de casos los "emboscados" no fueron sino gente que se vio obligada a escapar al monte por las circunstancias, y si la posguerra no hubiera sido tan cainítica como la propia guerra civil, lo más probable es que no se hubieran movido de sus pueblos.
Inicialmente no había ningún tipo de proyecto político en los huidos, motivados más que nada por el instinto de conservación. Tras los primeros momentos, un buen número de los "emboscados" decidió bajar del monte, en parte convencidos por la propaganda franquista que exhortaba a los que no tuvieran crímenes sobre su conciencia a entregarse y no temer las consecuencias. En muchos casos estas promesas quedaron en papel mojado, ya que el término "crimen" fue susceptible de las más variadas interpretaciones. Cualquier persona que hubiera ocupado responsabilidades políticas o sindicales durante la II Republica, o hubiese demostrado una militancia notable (o incluso sin ser notable) era víctima de la represión de los vencedores.





Cantabria (y otros lugares, como Asturias) fueron un lugar de temprana creación de guerrillas, por dos motivos: la orografía se prestaba a ello (la tradición guerrillera en la provincia es notable, desde la época de las guerras cántabras, la Guerra de la Independencia, o las Carlistadas). Por otra parte, el hecho de que la caída del Frente Norte supusiera la imposibilidad para los militantes republicanos de alcanzar las filas gubernamentales hacía que las personas más significadas política y militarmente que no pudieron escapar por mar, no tuvieran más opción que resistir a toda costa.
Sin lugar a dudas, ésta es una de las características de los guerrilleros de primerísima hora, en el mismo año de 1937: su compromiso político. Posteriormente ingresarían en las guerrillas gente que inicialmente trató de rehacer su vida, pero que por la brutal represión decidieron "echarse al monte", en algunos casos, porque la alternativa era la tortura o incluso la muerte a base de terribles palizas. Este es el caso del mítico Juanín, dirigente del grupo guerrillero más famoso de la cornisa cantábrica. Tras entregarse a las tropas franquistas es condenado a muerte, aunque gracias a la influencia de su hermano (falangista), le es conmutada la pena. Pero los continuos abusos y palizas que recibe en el cuartel de la guardia civil (incitados por un cacique al que Juanín había "zurrado" años atrás), le deciden a echarse al monte en 1941. Dieciséis años duraría su huida, que culminó trágicamente al ser muerto por la guardia civil en la Liébana. Más llamativo (como poco) es el caso de Francisco Bedoya, que se unió al grupo de Juanín... ¡en 1952! cuando hacía ya cuatro años que la resistencia había desaparecido oficialmente.
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Calleja Rebollo
Autor: © AER

Los emboscados de Matienzo

Más cercano geográficamente, y relacionado con el hecho que nos ocupa, es el caso de José Lavín Cobo (Pin el cariñoso). Natural de San Roque de Riomiera, había sido militante anarquista y sargento republicano del Batallón de la CNT "Libertad". Tras la caída del Norte, decide volver a trabajar. Pero al ser detenido por la guardia civil y conducido a la sede de Falange, opta por escapar, al ser consciente de que iba a ser fusilado. Se refugia en la zona alta de los valles del Miera, Pas y Asón, caracterizado por sus grandes desniveles, lo escaso del poblamiento, y la multitud de cuevas propias de ese paisaje kárstico. Los huidos se van agrupando por mero sentido comunitario, pero la vida conjunta, la represión a la que se ven sometidos ellos y sus familias que han quedado en el valle y su fondo ideológico van radicalizando progresivamente a estos hombres. Por otra parte, en estos primeros momentos aún piensa en las posibilidades de la República de ganar la guerra, por lo que muchos siguen considerándose soldados del Ejército Popular.
Aunque las similitudes en los grupos guerrilleros son muchas, también encontramos diferencias. Así, en este grupo guerrillero que nos ocupa, las preocupaciones políticas fueron menores. Probablemente porque la mayoría de sus miembros tenían una formación política más escasa que otros grupos, y además un buen número de ellos era de filiación anarquista. En la guerrilla (generalizando) los grupos más politizados, más organizados y más serios, eran los afines al PCE, que mantendría su apoyo a esta forma de oposición al franquismo hasta 1948 aproximadamente, aunque en buena medida manipulando a los hombres que aún se mantenían en armas contra el franquismo dentro de España. También, en líneas generales, se puede decir que la politización fue mayor en los grupos asturianos que en los cántabros.
La dirección ideológica de estas partidas guerrilleras quedó fundamentalmente en manos del PCE. Indudablemente seguía siendo el partido mejor organizado, con más moral (dentro de lo que las circunstancias permitían), y con una férrea determinación de resistir. El análisis que la cúpula comunista hacía de las circunstancias políticas del momento cifraba sus esperanzas en la victoria de los aliados frente al Eje. Las democracias y la URSS triunfantes no podrían permitir la existencia de un régimen filofascista como el franquista (que sobre todo en los primeros años de la II Guerra Mundial presentó una orientación claramente favorable al Eje). Por tanto, la política interna del PCE se basaba en la resistencia y el contagio, pretendiendo encender las llamas de la rebelión.
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Planta de Calleja Rebollo
Autor: Matienzo Caves
El grupo del Cariñoso no fue el único que se formó en el oriente de Cantabria. Tras la caída de Santander se organizaron diversas partidas de huidos, una de ellas integrada por jóvenes de Matienzo que no quisieron enrolarse en el ejército franquista. En julio de 1940 a través de la mediación del cura del pueblo se entregaron. Las penas se quedaron en poco (para 1942 estaban en libertad).
Otra de las partidas creadas en el último trimestre de 1937 fue la de José López Ruiz "Joselón". Era un prisionero de guerra republicano que se escapó cuando era conducido a la Colonia Penitenciaria Militarizada de Ramales de la Victoria.
Se interna en la Sierra de Hornijo y con otros huidos allí refugiados forma su partida. Entre ellos se encontraban los hermanos José y Luis Quintana Llamosa, y Josefa, la compañera de este último, naturales de la aldea de Socabarga. Su zona de actuación inicial (en los años que van desde 1937 hasta 1944) está en el tramo entre Villarcayo-Corconte-Solares-Laredo.
La partida tuvo siempre efectivos reducidos, cinco o seis hombres como máximo, pero estaba muy bien relacionada y disponía de numerosos puntos de apoyo en los pueblos de su zona. Y para sus largos merodeos tenía bases en la Sierra del Escudo y en la de Ibio. Las últimas acciones que se conocen de esta partida son varios golpes de mano realizados: primero contra una entidad bancaria de Solares, a fines del verano de 1946, y unas refriegas en la zona de Villacarriedo, en el verano de 1947. Aunque en alguna fuentes aparecer recogido que Joselón y los hermanos Quintana huyeron a Francia, lo cierto es que los tres murieron en una cueva situada en Pámanes en octubre de 1947 poco después, como se recoge en las memorias de Jesús Fernández y Fernández dan a los tres por muertos en agosto de 1947 en Pámanes.
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Restos en Calleja Rebollo
Autor: © AER

Los hechos

De todos los grupos que por esta zona actuaron, las personas que protagonizan los hechos acaecidos en Matienzo parecen pertenecer al grupo del Cariñoso. 1941 fue sin lugar a dudas un año horrible para ellos. En 1940, ante el elevado número de emboscados existentes en la comarca, y la imposibilidad de las fuerzas del orden por reducirlos, se decide la evacuación de las cabeceras de esos valles montañeses, lugar donde los guerrilleros son poco menos que invencibles, y donde pueden contar con la secreta ayuda de familiares, amigos y correligionarios. Cientos de pasiegos y merachos se ven obligados a abandonar sus cabañas en los altos (no olvidemos que se trata de una zona donde se hacía la "muda", costumbre que aún hoy siguen un buen número de habitantes de estos valles) y bajar al valle, donde pueden ser controlados por la Guardia Civil. En una comarca de economía agraria y ganadera en su casi totalidad, esto no podía dejar de tener graves consecuencias para todos sus moradores. Concentrados en los pueblos, en algunos casos sólo podían ir a "hacer la hierba" acompañados por la Guardia Civil. Sin embargo, esto no facilitó la labor de las fuerzas de seguridad. De hecho, las capturas y ejecuciones de resistentes se debieron a delaciones y chivatazos, no a la labor directa de la Guardia Civil.
La evacuación se prolongó desde junio de 1940 hasta febrero de 1941(unos días antes del incendio de Santander), y ni siquiera la intervención del Ejército, que peinó los montes, logró resultado alguno. Incluso se produjo alguna de las acciones más sonadas de los emboscados, como el asesinato del "Rey de los Campos", conocido falangista meracho.
Pero "la evacuación" como fue conocida en la zona, también tuvo consecuencias para los guerrilleros. Parte del grupo del Cariñoso opta por esconderse en la ciudad de Santander (cosa bastante arriesgada, ya que la capital cántabra no pasaba de ser "un pueblo grande"), mientras que otros deciden esconderse en la comarca. El otoño de 1941 tendrá consecuencias dramáticas para este grupo, ya que se producen una serie de sucesivas caídas. En la Cavada, el día 24 de octubre, mueren Nemesio Hazas Arce, y Constantino, alias el Madrileño (se ignora apellido). Se da el caso de que este último es confundido con el hermano del primero, Rafael alias "el Ferroviario". Los familiares apuntalan el error para darle tiempo a huir, dirigiéndose a Matienzo, de donde era natural. Los periódicos reflejarán este error incluso un mes después de transcurridos los hechos.
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Restos en Calleja Rebollo
Autor: © AER
El Cariñoso se había refugiado en Santander, y por culpa de un delator encontrará la muerte el día 27 de octubre, en la calle Santa Lucía, nº 44. Al día siguiente cuatro miembros más de su grupo son abatidos en Peña Castillo. Se trata de Dolores Lavín (La Lola), Marcos Lavín Gómez (Melenas) y Pedro Lavín Cobo (Cenizo). En algunos escritos, como el de Valentín Andrés, recoge una cuarta víctima en este suceso, un tal Benito. Pudiera tratarse de Santiago Martín Fernández, "atracador" (según la definición del Alerta) detenido ese mismo día en Orejo y que confesó formar parte del grupo del Cariñoso. Los datos respecto a esta persona son confusos, dándole algunos por muerto en la acción policial. Desde luego, el Alerta habla de detención y bien pudiera ser que su muerte fuera posterior, ejecutado tras su detención.
No acaban aquí las desgracias de este grupo. Tras la muerte del Cariñoso lo que queda de su partida se atomiza. Parte de ellos parece ser que cambia su marco de operaciones (o más bien su escondite), por la zona sita al Oeste del Miera, el Valle del Asón y el poljé de Matienzo. El 7 de noviembre de 1941 acaecerán los hechos que nos ocupan
Y aquí es donde encontramos uno de los principales problemas: la versión que ofrecen los periódicos no concuerda con la que recogen otros autores posteriores, y que parece confirmada por el testimonio oral de algunos vecinos del valle, recogidos por Valentín Andrés Gómez. Según la versión oficial, en la noche entre el día 7 y 8 de noviembre de 1941, una partida de guardias civiles bajo el mando del comandante Anguiano rodeó la guarida de los emboscados y matan a dos de los emboscados: Laureano Lavín Alonso (el Paisa) y Hermenegildo Trueba Barquín. Poco después es muerto Alfredo Barquín Ruiz. Un cuarto miembro de la banda, Víctor Gómez Gómez es herido y se refugia en la cueva, donde según el relato del Alerta huirá de noche aprovechando la oscuridad. Su rastro sería seguido hasta un abismo donde desaparecería, dándose por muerto.
Sin embargo, en los testimonios de vecinos de Matienzo y Bustablao que recoge Valentín Andrés Gómez, se cuenta algo totalmente diferente: en la cueva se encontrarían Laureano, Víctor y Rada, dos miembros famosos de la guerrilla de la zona oriental de Cantabria. Cercados por los guardias, aprovecharían la noche para huir. Los guardias, que ya habrían dado parte de la "muerte" de los tres emboscados, al descubrir al día siguiente que se les habían escapado, y ante el temor a las represalias, bajaron al pueblo de Bustablao, cogieron a Hermenegildo (cuyo padre estaba huido) y a su primo Alfredo, y llevándolos a la cueva los ejecutarían.
Cual de las dos versiones es cierta, es difícil saberlo. Si bien la segunda parece un tanto fantástica, no lo es tanto. La cueva en cuestión poseía dos entradas accesibles (además de una sima), y una de ellas está muy bien oculta entre la garma que rodea la cavidad (de hecho, sólo la pudimos encontrar desde el interior de la gruta). Es "vox populi" en la comarca (además de sentido común) que los huidos elegían cavidades con más de una entrada, para casos como estos. No es la única cueva que conocemos con fama de haber sido ocupada por los emboscados que presenta esta peculiaridad. En cuanto a las ejecuciones, el autor antes citado (que da por válida la versión de los vecinos), considera que pudo estar motivada por el temor en el que vivían los propios guardias en esta época (cosa que aparece asimismo documentada en los testimonios recogidos por Isidro Cicero, en lo referente a la comarca de la Liébana).
Indudablemente, para decantarse por una, habría que tener más datos, y lo hasta aquí presentado no pasa de ser un mero esbozo. Habría que investigar mucho más a fondo, tanto en las hemerotecas como en los archivos. Y sobre todo indagar entre los vecinos de más edad, que con total seguridad guardarán memoria de lo ocurrido.
Aún así, parece factible que esta segunda versión sea la correcta. Hubo, en esta primera posguerra, muchas ejecuciones extrajudiciales, por lo cual no extrañaría demasiado que hubiese ocurrido así. Por otra parte, parece que como "invención" de los vecinos es un poco rara, con un argumento bastante retorcido. Sin embargo, con los datos de los que disponemos, nada se puede afirmar con seguridad.
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Restos de una cartuchera
Autor: © AER

1 comentario:

  1. despues de años de haber publicado esto he enido la gran suerte de leer-lo i lo considero un estraordinario trabajo d'investigacion. Mi mas sincera enhorabuena por el articulo i el treball.

    Gracias por recordar a estos heroes anonimos.

    Desde Girona Manel.

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