Silencio roto (2001).

Director:   Montxo Armendáriz
Guión:  Montxo Armendáriz
Actores:  Lucía Jiménez, Juan Diego Botto, Mercedes Sampietro, Álvaro de Luna
Duración:  110 minutos

Sinopsis:   Invierno de 1944. Lucía, de apenas 21 años, llega a un pequeño pueblo de montaña. Allí conoce a Manuel, un joven herrero que colabora con los del monte,
ocultos en la sierra, no se resignan al triunfo del franquismo. Lucía se siente atraída por Manuel, por su sonrisa, y por el valor de esos hombres que continúan peleando por sus ideas, aun a costa de sus vidas. Cuando Manuel huye al monte, Lucía descubre la inhóspita realidad que oculta la montaña y, también, que por las vacías calles del pueblo sólo deambulan el silencio, el horror y el miedo. A pesar de ello, la pasión que siente por Manuel hace que Lucía mantenga viva la ilusión y la esperanza de que llegarán días mejores.

Los hechos que se narran en esta película, y las historias que se cuentan, están construidas a partir de las conversaciones mantenidas con diversas personas que participaron en la guerrilla:

Quico, Espe, Florian, Reme, Teresa, José Angel, Manuel, Amanda…

Y de la lectura de diferentes libros, desde la novela al ensayo histórico, donde se trata el tema de la guerrilla antifranquista:

"La guerrilla antifranquista en León, de 1936 a 1951" y "Crónica de los últimos guerrilleros leoneses, de 1947 a 1951" de Secundino Serrano.

"Más allá de la utopía: Perfil histórico de la Agrupación Guerrillera de Levante" y "El silencio roto, mujeres contra el franquismo" de Fernanda Romeu.

"Maquis" de Alfons Cervera.

"La guerrilla antifranquista en Extremadura" y "La agonía del búho chico" de Justo Vila.

Antecedentes (Oria films): La guerrilla antifranquista

La Guerra Civil española no terminó con el último parte emitido en Burgos el 1 de abril de 1939 por el ejército de Franco. Como ya venía ocurriendo desde el inicio de la contienda en las zonas donde había triunfado el golpe militar, los hombres y mujeres que huían de la represión o que no se resignaron a la derrota se refugiaron en los montes y, desde allí, adoptaron otras formas de lucha contra el Régimen de Franco. En realidad, se puede decir que la guerrilla empezó el mismo 18 de julio de 1936, cuando contingentes de militantes republicanos quedaron desconectados del ejército gubernamental y se organizaron en núcleos de combatientes aislados que actuaban desde la retaguardia.

Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la guerrilla, que se mantenía en un estado de aislamiento y penuria, vio en este enfrentamiento armado -fuera de las fronteras franquistas- la esperanza de una posible resistencia al fascismo, y comenzó a reorganizarse. Los diferentes sectores guerrilleros, repartidos principalmente por los montes de Extremadura, Andalucía, Galicia y León, cornisa cantábrica, Cataluña, Aragón y Levante, consiguieron coordinarse en el llamado Ejército Nacional Guerrillero o en los Grupos Libertarios de Acción, alcanzando sus logros más importantes entre 1944 y 1946: las acciones que realizaron durante estos años crearon intranquilidad en el interior del Régimen, a pesar de que se ocultó su existencia y de que los medios informativos de la época (tanto prensa como radio) no daban noticia de estos hechos.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y alejada la amenaza real de invasión por parte de los Aliados -situación que la guerrilla vivió como el golpe más duro de su existencia-, el gobierno franquista transformó la confrontación en un problema de orden público, y los maquis o guerrilleros pasaron a ser, en el lenguaje del Régimen, simplemente bandoleros. Las organizaciones políticas en el exilio, ante el cambio de coyuntura internacional, recomendaron el desmantelamiento de la guerrilla. A pesar de esto, muchos de los guerrilleros siguieron actuando. Oficialmente, el último maqui, José Castro Veiga, El Piloto, Jefe de Estado Mayor de la guerrilla, murió en un enfrentamiento con la Guardia Civil en el año 1965. Desde el inicio de la guerrilla y durante todos estos años, la población civil sospechosa de colaborar con los del monte fue encarcelada, torturada o asesinada. Muchas de estas personas fueron mujeres y niños.

Comentario: Tras la guerra no llega la paz, sino la victoria". Cito de memoria una frase pronunciada por Agustín González en Las bicicletas son para el verano que desenmascara el trágico sentido final de cualquier conflicto bélico, incluida las intervenciones militares en nombre de ideales contemporáneos.
Sin duda, esa paz no llegó tras el triunfo franquista en la Guerra Civil española, y unos pocos reductos de grupos armados organizados en forma de guerrilla intentaron desesperadamente que tampoco fuese definitiva la victoria. Hablamos de los maquis, que sobrevivieron durante varios años escondidos en las montañas gracias a la colaboración de algunos habitantes de los pueblos vecinos, con la esperanza de que la victoria aliada en la II Guerra Mundial les permitiría derrocar al régimen de Franco. Censurados por la historia oficial y envueltos en un halo de leyenda romántica por la mitología antifranquista, poco o casi nada sabemos de ellos.

Silencio roto, la última película del realizador navarro Montxo Armendáriz, se enfrenta con valentía a esa figura histórica desde una perspectiva poco usual – la visión de las mujeres que apoyaban a los guerrilleros del monte - y huyendo de las interpretaciones maníqueas. El director de Secretos del corazón no renuncia a un claro posicionamiento ideológico pero asume en todo momento que la realidad es compleja y que en cualquier conflicto armado siempre hay víctimas y verdugos en ambos bandos.

Pero más allá de una interpretación ideológica la cinta de Armendáriz es una conmovedora historia de amor y de supervivencia. En la línea de otras películas españolas ambientadas en los primeros años de la posguerra, Silencio Roto desborda sensibilidad y lirismo, retratando con ternura a unos personajes desolados que luchan como pueden para salir adelante y sobrevivir con dignidad a las penurias de la época. Una obra elegante, triste y sobria, de ritmo pausado y firme, que agarra la atención del espectador con puntuales estallidos de violencia dramática.

Como trasfondo, una recreación histórica y un paisaje abrumador –el valle de Arce en Pamplona- fotografiado con precisión por el argentino Guillermo Navarro. En primer plano, la historia de amor imposible entre Lucía (interpretada por Lucía Jiménez), una valiente joven de 21 años que sirve de correo entre los refugiados en el monte y sus familiares y compañeros en el pueblo, y Manuel (Juan Diego Botto), herrero de profesión y guerrillero a la fuerza que luchará hasta el final por cambiar la situación de injusticia que padece. En medio, un mundo marcado por los enfrentamientos familiares, el miedo, la venganza, el rencor, la traición pero también la ternura, la comprensión, el compañerismo y la dignidad.

La credibilidad y fuerza de este obra no se sostendría sin un buen trabajo de los actores. Los dos jóvenes protagonistas cumplen con buenos modos su papel, haciendo naturales sus reacciones y dotando a los personajes de profundidad emocional. También es destacable la actuación de María Botto, quien sale airosa en su difícil reto de encarnar a uno de los personajes más dramáticos del film, que en su desesperación pasa de ser cómplice a convertirse en delatora. Pero sobre todos ellos sobresale la presencia de los dos actores veteranos del reparto: Álvaro de Luna y Mercedes Sampietro (de quien ya se rumorea que podría optar al Goya por este papel) que encajan como anillo al dedo en los personajes que interpretan.

Aunque el autor de Tasio no haya querido hacer un fresco histórico, Silencio Roto arroja mucha luz sobre ese momento trágico de nuestro pasado, e incluso cuida con mimo detalles como la recreación escenográfica o el vestuario. De hecho el Museo Etnográfico de Navarra cedió casi un centenar de piezas de sus fondos durante el rodaje, y tanto el director como algunos de los actores se han entrevistado con varios maquis supervivientes.

Alejandro del Pino.

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