Los españoles que con las armas en la mano ayudaron a liberar París pensando en Madrid y que tan eficazmente ayudaron a liberar Francia pensando en la liberación de España, quedarían de nuevo dolorosamente decepcionados.
Francia olvidó demasiado pronto a sus compañeros de armas. Durante 1945 y primeros meses de 1946, Francia parece decidida a exigir la retirada de Franco. Fueron los titubeos de los ingleses y de los americanos los que facilitaron el mantenimiento de Franco. Francia terminaría plegándose a ese punto de vista.
El año 1947, una circular del Ministro del Interior francés, de 4 de diciembre, recordaba que los extranjeros estaban sometidos al derecho de reserva y que no se podía tolerar su intrusión en la vida política francesa.
«Los súbditos extranjeros de la jurisdicción francesa participan con frecuencia en manifestaciones públicas y no demuestran, en su transcurso, la reserva y la neutralidad que deberían observar en un país que no es el suyo», escribía el ministro. «En el difícil periodo que atravesamos, estoy decidido a no tolerar cualquier intrusión (...) que se me señale. Se procederá a la expulsión inmediata de los extranjeros que, en el futuro, contraríen de esta manera las leyes elementales de la hospitalidad».
La autora francesa Marie-Claude Rafaneau-Boj al comentar esta circular del ministro francés del Interior escribe:
«¡Qué cinismo! Apenas dos años antes, los detentores de este nuevo poder eran menos mezquinos. ¡No protestaban entonces contra la injerencia de los extranjeros en la vida política interior francesa! ¡No cabe duda de que la sangre se seca rápidamente al entrar en la historia!».
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