Maquis: Guerrilla antifranquista. Un tema en la literatura de la memoria española.

José María Izquierdo
Universitetet i Oslo
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El presente de las cosas pasadas es la memoria. (Agustín 1986:303).
Pero no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la victoria. (Fernán-Gómez 1991:206).

Durante la guerra y posguerra españolas, en el periodo de 1936 a 1952, se dio el fenómeno de la lucha guerrillera antifranquista1 en las zonas rurales, perviviendo hasta 1963 en las ciudades. Será lo que la propaganda del régimen denominó como maquis, bandas de bandidos o terroristas.
      El maquis español ha sido poco estudiado por los historiadores, ocultado o desfigurado políticamente por el oficialismo franquista y “olvidado”3 por la democracia española hasta el final del siglo XX4 principios del XXI. Las causas del fracaso del movimiento guerrillero español fueron fundamentalmente cuatro:



• Abandono de España por parte de las potencias occidentales fundamentalmente por el nacimiento de la Guerra fría y porque el Franquismo no fue nunca una “mercancía” ideológica exportable que supusiera una ruptura del statuquo internacional.
• Fragmentación de las fuerzas políticas y guerrilleras antifranquistas.
• Ausencia de un apoyo popular generalizado motivada por el miedo y el deseo de salir de la hambruna de los años de la autarquía.
• Errores de planteamiento ya que no se tuvo nunca en cuenta el cambio social español, el desplazamiento de la población del campo a la ciudad y la despolitización, y cansancio, en que se sumió el país bajo la dictadura.

      En los campos de la narrativa y cinematografía este atractivo tema ha sido, hasta ahora, muy poco tratado. De 1954 a 1975 se publicarán ocho novelas de ínfima calidad que servirán para apoyar el discurso oficial del franquismo gansterizando a los guerrilleros desactivando sus aspectos políticos y hasta humanos. En tiempos de la democracia se han escrito, teniendo al maquis como protagonista, unas cuatro novelas, tomando a la trilogía, El color del crepúsculo (1995), Maquis (1997) y La noche inmóvil (1999), de Alfons Cervera (Gestalgar, Valencia, (1947) como una unidad, siendo las otras obras Luna de lobos (1985) de Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955), El puente de hierro (1998) de César Gavela (Ponferrada, León, (1953) y La noche de los cuatro caminos (2001) de Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953). La figura del maquis ha aparecido de forma secundaria en las novelas de Juan Marsé (Barcelona 1933) junto a la figura del oculto, del retornado, del “topo” y excarcelado, y de manera anecdótica en otras como, por ejemplo, La hija del caníbal (1997) de Rosa Montero (Madrid 1951) o El año del diluvio (1992) de Eduardo Mendoza (Barcelona 1943).
      Si resulta chocante el poco número de novelas relacionadas con el maquis, lo es más en cuanto al cine. En este la figura del maquis ha sido tratada o marginalmente como en el caso de El espíritu de la colmena de Víctor Erice (1973) o criminalizando la figura del guerrillero como en algunas de las ocho películas5 realizadas siguiendo las premisas franquistas. Tan sólo los filmes Los días del pasado (1977) de Mario Camús, El corazón del bosque (1978) de Manuel Gutiérrez Aragón, Luna de lobos (1986) de Julio Sánchez Valdés (Basada en la novela Luna de lobos [1985] de Julio Llamazares) y Silencio roto (2001) de Montos Armendáriz, (Basada en la trilogía de Alfons Cervera) han tratado la figura del guerrillero antifranquista desde una perspectiva protagónica recuperando su papel en la historia española. Una de las causas del escaso número de películas es la dependencia de estas con respecto a la narrativa, hemos de tener en cuenta que una tendencia del cine español es la de utilizar novelas para la elaboración de guiones cinematográficos y como ya hemos visto han sido muy pocos los novelistas de calidad que se han decidido a escribir sobre la guerrilla antifranquista.

El maquis en la literatura contemporánea española (1980-2001)
Cómo decimos que existe el presente, si su razón de ser consiste en dejar de ser, de modo que en realidad no podemos decir que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no existir (Agustín 1986:297)
      En los últimos tiempos han surgido en el mercado editorial diversos textos referidos a la Guerra civil o a la posguerra españolas siguiendo la tónica general de una cada vez mayor importancia de la narrativa de la memoria en la literatura española contemporánea. En el campo de la historia, y al margen de las obras puramente historiográficas, han surgido diversos textos en los que en forma de entrevistas se recupera la memoria de los grupos sociales “derrotados” de tanto la Guerra civil como la posguerra8. En el campo de la narrativa se han publicado, tal y como podemos ver en el Cuadro 1:

• Novelas en las que el aspecto histórico referido al periodo comprendido entre 1936 y 1975 ha ido apareciendo como referente. Será el caso de Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962).
• Novelas de tono autobiográfico, memorias o relatos generacionales que reconstruyen el ambiente del franquismo o el paso hacia la democracia, como es el caso de Ardor guerrero (1995) de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1955).
• Novelas en las que la propia visión historicista se reivindica a través de narraciones referidas al periodo mencionado con marcado carácter ético y político, será el caso de El pianista (1985) de Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939).
    
      Durante los años setenta y ochenta los novelistas Manuel Vázquez Montalbán y Juan Marsé desarrollaron unas narrativas en las que aparecieron tanto la figura del izquierdista en sus diferentes facetas como la del exiliado en forma de topo u oculto espectral, retornado o luchador clandestino. Lo que resulta novedoso actualmente es el surgimiento de una narrativa que gira específicamente en torno a la figura del maquis. Una figura que aparecerá de forma anecdótica, secundaria o protagónica en diversas obras como podemos ver en el Cuadro 2.
      En esta ponencia nos centraremos en el grupo de seis novelas anteriormente mencionadas que tienen como protagonista al maquis. Es decir las novelas escritas por Julio Llamazares, Alfons Cervera, Andrés Trapiello y César Gavela. Cuatro grupos de fenómenos se encontrarán en el origen de la aparición, en estos últimos años, de la literatura del maquis :

• De carácter personal, los autores envejecen y pretenden detener la destrucción de su memoria individual o la de su grupo generacional. Los autores que han escrito sobre este tema han estado vinculados a las realidades de las que escriben a nivel familiar, histórico o ideológico.
• De carácter ideológico tras la caída del muro de Berlín (9.11.1989) se han desactivado los discursos ideológicos de la Guerra fría siendo posible el acceso a temas antes restringidos o excesivamente politizados desde los sistemas ideológicos globales.
• De carácter político general en España. En este país se dio durante su transición a la democracia lo que se ha venido en llamar el pacto entre caballeros consensual que originará la amnesia política. Hoy en día de resultas de aquel pacto han quedado olvidadas partes de la historia que ahora se quieren reivindicar como un componente más de la memoria del país.
• De carácter receptivo dada la existencia de un lector que demanda tales textos ya sea por su ideología izquierdista, ya porque está emocionalmente implicado en esa parte de la historia de España11 o porque simplemente se muestra curioso ante ese lado oscuro de la historia española.

      Ese marco general determinará en gran medida el propio discurso narrativo presentado en esos textos y que supondrá el establecimiento de una relación directa entre memoria e identidad. Si se reivindica a los guerrilleros, y no a sus discursos políticos ya periclitados, es porque forman parte de la historia y de, aún, la memoria personal y colectiva, españolas y por el aspecto ético de devolverles oficialmente la vida.

La narrativa del maquis como literatura existencial
Praeterita mutare non possumus (Cicerón)
      En las novelas mencionadas se incluyen aspectos memorísticos ya que todos los autores escribirán sus narraciones basándose en historias contadas en su ámbito familiar, haciendo hablar a unos personajes que remedan el papel de informadores o bien se reconstruye la historia a través de documentos históricos14. En todas las obras mencionadas se encuentra una clara intencionalidad ética o política de recuperar para la memoria colectiva la figura “olvidada” de los guerrilleros antifranquistas. Todas ellas tratan el tema del maquis español de forma directa mostrando las siguientes características:

• En los textos se muestra un claro desinterés por las ideas políticas de los guerrilleros y la oposición antifranquistas.
• Se manifiesta el apoyo de la gran mayoría de la población a los guerrilleros por cuestiones emocionales o familiares.
• Aparece el miedo generalizado de la población controlada por la Guardia civil y las autoridades falangistas.
• Se aprecia la frustración de los guerrilleros y el proceso de irracionalidad por parte de los mismos que en su aislamiento se irán diluyendo con su entorno natural.
• Se nota una falta de presencia de los guerrilleros en las vidas cotidianas de los habitantes de comarcas y pueblos Para la población aquellos son los huidos, los emboscados, la memoria de la Guerra civil y no la vida diaria.

      Dos de ellos, Llamazares15 y Cervera, plantean en repetidas ocasiones en sus novelas la doble perspectiva de:

• La memoria como cimentación de la identidad
• El olvido como muerte doble y definitiva.

      Alfons Cervera será el más directo poniendo en boca de sus personajes las siguientes ideas:

• La memoria como elemento clave identitario:
...los civiles, con su memoria, que nosotros tenemos la nuestra y en ella descubriremos lo más profundo de nuestros sentimientos. Quienes andan a sus anchas por el pueblo son el alcalde de entonces y los falangistas de siempre, ya guiñapos viejos, reconvertidos a la moral nueva de los herederos del yugo y de las flechas. (Cervera 1997:167)
• La necesidad de rescatar del olvido esos episodios de la historia para poder ser:
En la memoria de la gente sólo quedan las guerras ganadas por los vencedores, las otras se olvidan porque las victorias oscurecen la indignidad de la derrota y al final siempre habrá una suplantación de la verdad escrita por los cronistas del olvido.
[...]
Y con él y con Sebas y los otros se morirá también una estirpe de luchadores que ya no tendrá continuidad en el futuro, porque se cubrirá su memoria con la tierra de la desmemoria y su muerte será una muerte doble a golpe de balas y silencio. (Cervera 1997:152).
• La memoria como cimentación de la identidad:
Escribir, piensa la mujer, es un ejercicio de supervivencia, de acomodar el tiempo a lo que fue pasando o dejando de pasar en ese tiempo, de aliviar, cuando no de desenmascarar, los subterfugios que a veces oscurecen la lealtad de la memoria. (Cervera 1995:55-67)
      Ninguno de los dos autores citados plantean una recuperación del discurso político de los guerrilleros sino el más ontológico de corte heideggeriano/bergsoniano del “Ser en el tiempo”. Esa perspectiva se complementará, en Llamazares, con una visión neorromántica del hombre16 en su relación con la Naturaleza y de los riesgos que comporta en forma de disolución del ser en ella.
      En la literatura del Maquis quedará claro que se plantea una idea que para los propios guerrilleros fue fundamental:
“Aquí estamos, no nos olvidéis”. Julio Llamazares lo plantea con brevedad con una de sus características concordancias en este caso entre “noche y olvido”. La cantina del zurdo, la tienda de Pontedo, Gildo y yo irrumpimos en ella al mismo tiempo. Como llegados del fondo de la noche y del olvido. (Llamazares 1989:69).
      La perspectiva neorromántica ya planteada se presentará también a través de la preeminencia del mundo rural y de la noche17. Ámbitos por excelencia de tanto el Maquis como de los espectros. De unos muertos o heridos de muerte, moribundos por el olvido:
Poco a poco, el monte comienza a recobrar la perfección de las sombras y sus misterios, el orden primitivo que la noche y el fuego disponen frente a mis ojos. Poco a poco, todo va quedando sepultado bajo la ingravidez profunda del silencio. Incluso esa luna fría, clavada como un cuchillo en el centro del cielo, que me trae siempre al recuerdo aquella vieja frase de mi padre, una noche volviendo cerca del cementerio:
- Mira, hijo, mira la luna: es el sol de los muertos. (Llamazares 1989:65)
Y se manifiesta también un proceso de animalización de la conducta humana reduciéndola una mera reacción del instinto de supervivencia marcada por el miedo. Cuando se olvidan el color y la textura de la luz, cuando la luna se convierte en sol y el sol en un recuerdo, la vista sigue más el dictado de los olores que de las formas, los ojos obedecen al viento antes que a sí mismos. Cuando la noche lo envuelve todo, permanente e indefinidamente, empapando la tierra y el cielo, anegando el corazón y el tiempo y la memoria, sólo el instinto puede descubrir los caminos, atravesar las sombras y nombrarlas, descifrar los lenguajes del olor y del sonido. (Llamazares 1989:29-30)
      Mientras en la obra de Llamazares la acción narrada es la del constante movimiento de los guerrilleros perseguidos por la Guardia civil mostrando su dinámica de desarraigo hacia la sociedad rural, atrapados en el aislamiento de los montes, la obra de Cervera nos cuenta la historia del maquis de la comarca de Los Serranos, en Valencia, desde los diferentes puntos de vista de los habitantes del ficticio pueblo de Los Yesares. En las seis novelas presentadas se plantea la lucha guerrillera desde la perspectiva histórica, como un largo proceso de decadencia que se corresponde con la propia realidad del proceso histórico ya que a partir del año 1948 se empezaba a materializar una corriente en el Partido comunista que planteó la oposición al régimen abandonando la lucha armada. En las novelas de Trapiello y Gavela se reduce al mínimo el aparato poético de anáforas, repeticiones, concordancias y los monólogos interiores; tan utilizado por Julio Llamazares y, en menor medida, por Alfons Cervera, para dar paso al documento de reconstrucción de unos hechos ocurridos en el Madrid de 1945, en el caso de Andrés Trapiello, y de la narración coral sobre el maquis del Bierzo durante el inicio de la década de los años cincuenta en el de Gavela.
      La novela de Trapiello La noche de los cuatro caminos reproduce el modelo cervantino del Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jean Potocki. En otras palabras el hallazgo de una documentación policial en una librería madrileña de lance genera una investigación que deviene en narración de las acciones de la “Agrupación guerrillera del llano” ubicada en Madrid de octubre de 1944 a abril de 1945 en el que se ejecutó la sentencia del juicio sumarísimo contra los guerrilleros.
      La cuesta de Moyano es, como sabe todo el mundo, la feria de libros viejos que hay en Madrid, recostada sobre las negras tapias del Botánico. Nadie cree tampoco las historias que tienen que ver con libros viejos. Seguramente consideran que las cosas que se mezclan con librerías de viejo, almonedas, rastros, buhoneros y traperos son, a estas alturas, una forma del manierismo noventayochista, epigonales piruetas de galdosía o barojismo, algo a lo que solemos recurrir con obstinación unos cuantos escritores vocacionalmente transnochados y menores para aristocratizarnos un poco, literatos mayormente de vida rutinaria y deslucida, sin gran brillo ni porvenir. (Trapiello 2001:18)
      El texto20 que se sitúa en la frontera entre el documento histórico y la novela se coloca en la perspectiva de una desideologización de la propia lucha guerrillera, de los propios grupos sociales y políticos, mostrados en la novela, desde las paradojas planteadas desde fuera del esquema de la Guerra fría en que se sitúan los autores.
De lo que no cabe duda es de que la historia que se cuenta en este libro es la de unos cuantos débiles y la de unos cuantos pobres, en unos casos defendiendo la libertad bajo banderas estalinistas, y en otros la paz con la Santa Inquisición y a tiros, siempre sin dejar de ser pobres y sin dejar de ser débiles. (Trapiello 2001:13)
      Los personajes serán presentados como paradojas formadas por sus situaciones personales de derrotados desarraigados de su propia realidad, de agentes de una ideología, de la que acabarán siendo víctimas. Porque la idea que nos transmite Trapiello es que si bien los guerrilleros son aniquilados por la policía franquista, lo son en realidad por su falta total de comprensión de lo que les rodea ofuscados por las directrices de su organización estalinista.
      Al mismo tiempo su novela se convierte en una pesquisa entre documentos que nos van desvelando una de las partes más ocultas y olvidadas de la historia española recuperándola para nuestra memoria, para nuestro imaginario conformador de nuestro ser.
      En la novela de César Gavela (Ponferrada, 1953), se nos narra la historia a través de una enorme polifonía de voces, de varios personajes, que nos hace recordar la trilogía de Cervera.
      La acción se desarrolla del once de noviembre de 1950 al veintiocho de mayo de 1951 comentando los hechos anteriores al abandono de la lucha armada y el desmantelamiento de la guerrilla en la frontera entre León y Galicia, en la comarca del Bierzo:
La noche del veintisiete al veintiocho de mayo de 1951 salieron de la comarca tres coches particulares: un Renault negro que conducía Alexander Easton, el Jeep del ingeniero Juan Benet y un Ford azul de tercera mano que terminaba de comprar el doctor Remigio Villavicencio. (Gavela 1998:173) 
 Ahora es tiempo de retirada porque es estúpido pelear contra el régimen con cuatro héroes en el monte. Nos vamos todos. Se van, quiero decir. Eran más de cien en la sierra hace tres años y ahora no quedan ni diez. Nuestra obligación es que puedan salir también, salvarse. Ése es el único camino que tienes a disposición si quieres vengar a tu padre. (Gavela 1998:111-112)
      En esta novela como en la trilogía de Cervera, pero sin alcanzar su multiperspectivismo, se nos da a conocer también a través de un coro de personajes a unos guerrilleros condenados a luchar para sobrevivir, para vengar las atrocidades sufridas o simplemente para manifestar su existencia. Y esa será también una característica fundamental de la novela del maquis la metaforización de su grito, el expresar a través de la literatura la necesidad de no ser olvidados, de no ser manipulados por los vencedores.
      En resumen nos encontramos con una literatura que recupera del olvido a los últimos combatientes de la Guerra civil española desde una perspectiva literaria muy influida por la documentación historiográfica existente, es decir conociendo bien las causas de su derrota.
      Por otra parte los textos abandonan el maniqueismo ideológico del esquema de la Guerra fría, sin por ello dejar de reclamar la necesidad de conocer la existencia de los protagonistas del maquis. El discurso literario se ceñirá a los existentes en la última literatura española, en otras palabras: narrativa subjetiva, emocional, etc. Discurso literario vinculado al debate político de la recuperación de la memoria de la posguerra pero ajeno a la panfleto político. Se reivindica al guerrillero desde su dimensión de maldito, derrotado y olvidado sin conferirle ninguna dimensión heroica fundamentada en un discurso político hoy en día inaceptable. No hay discursos globales, coherentes y totalizadores, sino pensamiento fragmentario en realidades fragmentarias. No hay héroes sino víctimas a las que revivir en la memoria o, siguiendo las palabras de Agustín con que iniciamos esta ponencia, en “el presente de las cosas pasadas.”

      Muchas gracias por su atención.

Bibliografía mínima:
Agustín 1986. Las confesiones. Madrid: Akal.
Cercas, Javier 2001. Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets.
Cervera, Alfons 1995. El color del crepúsculo. Barcelona: Montesinos. - Maquis 1997. Barcelona: Montesinos. - La noche inmóvil 1999. Barcelona: Montesinos.
Fernán-Gómez, Fernando 1991. Las bicicletas son para el verano. Madrid: Espasa Calpe, col. Austral.
Gavela, César 1998. El puente de hierro. Valencia: Pre-textos.
Izquierdo, José María 1995. “Julio Llamazares: Un discurso neorromántico en la narrativa española de los ochenta”. En Iberoromania, Tübingen, Alemania, [núm. 1], pp. 55-67.- 2001 “Memoria e historia en la narrativa contemporánea española”. En Anales, Gotemburgo, Suecia, [núms. 3-4], pp. 101-128.
López del Castillo, Jesús 25.03.2001 “Olvidados del maquis”. En El País semanal, Madrid, [núm. 1278].
Llamazares, Julio 1985. Luna de lobos. Barcelona: Seix Barral.
Marsé, Juan 1973. Si te dicen que caí. México: Novaro. Un día volveré 1982. Barcelona: Plaza & Janés. Teniente Bravo 1987. Barcelona: Seix Barral. El embrujo de Shanghia 1993. Barcelona: Plaza&Janés. Rabos de lagartija 2000. Barcelona: Areté.
Martínez Reverte, Jorge y Socorro Thomás 2001. Hijos de la Guerra. Testimonios y recuerdos. Madrid : Ediciones Temas de hoy.
Mendoza, Eduardo 1992. El año del diluvio. Barcelona: Seix Barral.
Montero, Rosa 1997. La hija del caníbal. Madrid : Espasa Calpe.
Muñoz Molina 1995. Ardor guerrero. Madrid, Alfaguara.
Prada, Juan Manuel de 2000: Las esquinas del aire. En busca de Ana María Martínez Sagi. Barcelona: Planeta.
Serrano, Secundino 2001. Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista. Madrid: Ediciones Temas de hoy.
Sevilla, Lozano 1987. Alhambra y los truchas. Una historia del maquis. Madrid: Cátedra.
Thomas, Bernard 2001. Lucio el anarquista irreductible. Barcelona: Ediciones B.
Trapiello, Andrés 2001. La noche de los cuatro caminos. Madrid: Aguilar.
Vázquez Montalbán, Manuel 1985. El pianista. Barcelona, Seix&Barral.

Filmografía esencial:
Anotamos aquí tanto las películas en las que la figura del maquis es protagónica como las que solo aparece de forma accidental o accesoria. Hemos consultado el banco de datos del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales de España: Catálogo automatizado de las películas españolas, y extranjeras estrenadas en España: [en línea] [Madrid]: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Secretaría de Estado de Cultura , [Consulta: 28.08.2001].

Largometrajes:
Dos caminos 1954. Arturo Ruiz Castillo.
La ciudad perdida 1954. Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla.
Torrepartida 1956. Pedro Lazaga.
La paz empieza nunca 1969. León Klimovsky. Basada en una novela de Emilio Romero.
Carta a una mujer 1961. Miguel Iglesias. Basada en El mensaje de Jaime Salom.
A tiro limpio 1963. Francisco Pérez-Dolz.
El espíritu de la colmena 1973. Víctor Erice.
Metralleta Stein 1974. José Antonio de la Loma.
Casa Manchada 1975, estrenada en 1980. José Antonio Nieves Conde. Basada en la novela de Emilio Romero: Todos morían en casa Manchada.
Pim, pam, pum, fuego 1975. Pedro Olea.

Los días del pasado 1977. Mario Camús.
El corazón del bosque 1978. Manuel Gutiérrez Aragón.

Luna de lobos 1986. Julio Sánchez Valdés. Basada en la novela Luna de lobos [1985] de Julio Llamazares.
El portero 2000. Gonzalo Suárez. Basado en un cuento del escritor Manuel Hidalgo.
Silencio roto 2001. Montxo Armendáriz. Basada en la trilogía arriba reseñada [1995-79] de Alfons Cervera.

Cortometrajes:
Quico Sabaté 1980. Colectivo Penta. Documental sobre el guerrillero catalán.
Valle de Arán 1999. Jorge Amat. Entrevistas a los protagonistas de la invasión de guerrilleros que se produjo en 1944 por el valle que da título al documental.
Pregúntale al viento 2000. Albert Pardo. Una Historia de maquis en la posguerra asturiana.

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